La envidia en el Sagrado Corán
Dios Todopoderoso dice en el Corán: «¿O envidian a la gente por lo que Dios les ha concedido de Su favor?» *Sura An-Nisá, 4:54*
Gravedad de la envidia
En las palabras del Imam Ali (P), se destaca su efecto destructivo: «El fruto de la envidia es la desgracia en esta vida y en la próxima.» *(Uyún al-Hikam, Vol. 1, p. 208)*
Dos soluciones espirituales para tratar la envidia
- Reconocer la sabiduría y provisión divina
Si el ser humano acepta que Dios es Sabio y Proveedor (Ar-Razzāq), entenderá que todo beneficio proviene de Su misericordia y sabiduría. Así, nunca envidiará lo que otros reciban de Su gracia.
La envidia surge al olvidar esta verdad, pues el envidioso, en esencia, se opone a la voluntad divina. Dios advirtió al profeta Moisés (P): «¡Oh, hijo de Imran! No envidies a la gente por lo que les he concedido de Mi favor, ni mires con anhelo hacia ello, ni permitas que tu alma lo desee. Porque el envidioso está disgustado con Mis bendiciones, rechaza Mi distribución entre Mis siervos, y quien sea así, no es de los Míos ni Yo soy de los suyos.» *(Al-Kāfi, Vol. 2, p. 307)*
- Transformar la envidia en admiración (ghibta)
El Imam As-Sadiq (P) enseñó: «El creyente admira [sin envidia], mientras que el hipócrita envidia [sin admirar].» *(Al-Kāfi, Vol. 2, p. 307)*
El envidioso desea que el otro pierda sus bendiciones, mientras que quien admira reconoce que esas gracias son un favor de Dios y, en lugar de resentirse, las pide para sí mismo con humildad.
(Cabe destacar que la sabiduría divina también debe considerarse: lo que otros reciben puede no ser conveniente para nosotros. Por eso, debemos confiar en el juicio de Dios).
Fuentes:
Corán, Sura An-Nisá, 4:54.
Uyún al-Hikam, Vol. 1, p. 208.
Al-Kāfi, Vol. 2, p. 307.
Elaborado por el Servicio Científico-Cultural de la Agencia Hawzah
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